“VENIMOS A ESTE MUNDO A SERVIR Y NO A SER SERVIDOS”
La ética del trabajo y el esfuerzo es el rasgo más nítido de éste coloniense nacido en el épico año de 1950, octavo de nueve hermanos y formado en colegios salesianos, que viene desplegando una eficaz labor de difusión de la ideología cívica, así como de reacercamiento de antiguos correligionarios y captación de nuevos, en su departamento.
Tal como en muchas ciudades y pueblos de toda la república, gracias a la tesonera acción de gente como Cabrera Birrer, la Unión Cívica, el viejo partido de Zorrilla de San Martín, Secco Illa, Antuña, Brena, Flores, Regules, Chiarino y Ciganda, entre muchos grandes, vuelve a los primeros planos del pensamiento y la acción política.
Crecí en Juan Lacaze y cursé primaria en el colegio de San Juan Bosco-recuerda Cabrera Birrer con orgullo. A los doce me invitaron a continuar mis estudios con los Padres Redentoristas, en Argentina. Se trata de una congregación católica; presente en varios países de América desde el Siglo XIX, fundada por San Alfonso de Liborio y consolidada por San Clemente Hofbauer; un austríaco que por su devota adhesión a la causa y su laboriosidad sería considerado como segundo fundador de la congregación.
Allí adquirí mis primeras nociones sobre los grandes sistemas de ideas-dice Cabrera Birrer. Aprendí que izquierdas y derechas son meras abstracciones, son términos relativos que, en realidad, significan poco o nada. También llegué a la conclusión que las ideologías colectivas son básicamente utópicas.
Aprendí a desconfiar y repudiar los extremismos de cualquier signo. Y, en cambio, me atrajo más y más el socialcristianismo.
A partir del año ´67, de retorno a Uruguay, asistí a la Escuela Agraria de Rosario. Mi relación con la tierra y la agricultura es congénita. Desde muy niño mi padre me enseñó a amar y a cultivar la tierra, porque era parte esencial de nuestro sustento.
Recuerdo con amor y admiración a mi abuelo, un inmigrante venido de Suiza a la “Suiza de América”, en 1882, con apenas nueve años, que labró y cultivó la tierra, con incesante laboriosidad, hasta sus noventa y cuatro años.
El voto que el alma pronuncia
En el ´71 voté por primera vez. Mi orientación era claramente hacia el Partido Demócrata Cristiano. Pero no podía entender que votaran junto a los marxistas, cuando Marx aserraba que “la religión es el opio de los pueblos”. Por otra parte, como ya dije, yo había asistido a un colegio salesiano, cuyo patrono es San José Obrero. Yo tenía (y tengo) un concepto muy alto del obrero, de su dignidad, de su función en la sociedad, de su libertad y sus derechos. En los regímenes comunistas de aquél tiempo, en especial en la Unión Soviética, el obrero no tenía libertad y sus derechos estaban muy acotados; por ejemplo no tenía derecho a hacer huelga para luchar por sus reivindicaciones.
Tenía yo muy presente esta frase: “Amar la libertad es de seres racionales, perderla es de cobardes”. Decidí entonces votar al Partido Nacional, dentro del movimiento “Por la Patria”, uno de cuyos proyectos más relevantes, a mi entender, planteado en su programa llamado “Un compromiso con usted”, era la reforma de las estructuras de producción agraria, de inspiración de Wilson Ferreira Aldunate.
Como se recordará, en una elección muy extraña; en la que incluso hubo sospechas de fraude, Ferreira Aldunate , pese a ser el candidato más votado individualmente, terminó perdiendo por unos pocos votos, contra Juan María Bordaberry, cuyo gobierno terminaría, infelizmente, en el golpe de estado del ´73 y la nefasta y prolongada dictadura militar.
-Quedamos en deuda con el país-afirma Cabrera Birrer. Aquellas propuestas de “Nuestro compromiso con Usted”, de haber sido aplicadas, podrían haber cambiado muchas cosas. Pero no fue así y seguimos en deuda. Yo me pregunto ¿dónde estamos los cristianos? ¿Qué nos pasa que no recordamos a nuestro maestro y sus enseñanzas? ¿Cómo no terminamos de darnos cuenta que vinimos a este mundo a servir y no a ser servidos?
Incorporación a la Unión Cívica
En 2001 participé en Tarariras de una reunión de la Unión Cívica donde conocí al presidente, Arq. Aldo Lamorte. Éramos un puñadito de personas. Me reencontré, en el viejo partido católico y social cristiano, con los valores y principios que tenía incorporados desde mi infancia: la vocación republicana y democrática, la preocupación por la realidad social, la brega en pos del bien común, el énfasis en la persona y su familia, por encima de todas las cosas.
Lamorte me invitó a formar parte del partido y desde entonces, estoy tratando ahincadamente de reposicionar el partido en mi ciudad y en el departamento, donde supo tener, en el pasado, destacados parlamentarios nacionales y departamentales, en varias legislaturas.
Mis compañeros cívicos de Colonia y yo pensamos que debemos cambiar la imagen de la política y los políticos en la percepción de la gente. Uruguay es un país formidable, con todo lo que debe tener un país para asegurar a sus hijos un dichoso y sustentable desarrollo, pero hace años que viene sufriendo una persistente declinación.
Cuando yo iba a la escuela, teníamos dieciocho millones de cabezas de ganado vacuno y veintiséis millones de ganado ovino. Uruguay era el país más industrializado de Sudamérica y exportaba tres veces más de lo que importaba.
Hoy el campo se ha despoblado, nuestro stock ganadero es bastante menos de la mitad de antaño y la industria nacional básicamente ha desaparecido.
En mi ciudad, Campomar & Soulas, por ejemplo, le daba trabajo directo a más de dos mil obreros y exportaba a todo el mundo casimires finísimos y mantas y frazadas de primera calidad. Sudamtex llegó a tener mil seiscientos empleados, mientras que su sucesora hoy tiene menos de trescientos. Una gran curtiembre que le daba trabajo a más de quinientos funcionarios hoy se ha reducido a una pequeña planta cuyo rubro principal es la fabricación de huesos ratifícales para esparcimiento de las mascotas. Colonia Refrescos está cerrada; Maisol, una gran chacinería y frigorífico, también. En Rosario hay cinco grandes fábricas que han ido discontinuando sus producciones. En Nueva Palmira, la fábrica Volkswagen, con cuatrocientos cincuenta puestos de trabajo, también ha cancelado sus actividades.
En fin -dice Cabrera Birrer- un panorama desolador; porque un país sin producción, un país que no le agrega valor y trabajo a sus commodities, no es un país viable.
En mi departamento sólo FANAPEL parece haber escapado de ésa involución y se ha desarrollado vigorosamente. Era una planta dedicada a la fabricación de papel exclusivamente para el mercado interno. Pero gracias, entre otros, a la dirección técnica de un formidable ingeniero químico –que además es cívico- Don Lorenzo Ferrando, FANAPEL tiene hoy setecientos empleados y exporta productos papeleros de primera calidad, obtenidos a partir de pasta celulósica de eucalipto, a todo el mundo. La prosperidad y el desarrollo de esta industria, que opera en un rubro muy difícil y competitivo a nivel internacional, es un cabal ejemplo de que si hacemos bien las cosas, podemos aspirar al ansiado desarrollo.
Todos tenemos que proponernos estas cosas, porque todos somos, tal como dice la Constitución, electores y elegibles, vale decir, todos somos políticos. Y es ejerciendo nuestros derechos y deberes políticos, que podemos cambiar las cosas.
Recuerdo –dice Cabrera Birrer- la visita del ex ministro de Economía de Chile, el Ec. Büchi, uno de los protagonistas del “milagro” chileno, hace unos años.
Este joven y dinámico economista (neoliberal y discípulo de la escuela de Chicago) aunque no compartamos su orientación de ortodoxia capitalista, nos interpelaba con algunas preguntas sencillas y sensatas, para las que no teníamos respuesta (tampoco la tenemos ahora), en una conferencia que brindó en el Victoria Plaza.
“¿Por qué exportan cuero y después importan zapatos?
Destinan un alto porcentaje del presupuesto a las FFAA ¿Por qué? ¿Con quién están en guerra?”
También vino hace unos años una ex ministra de Economía de Nueva Zelanda, la señora Jefferson. Nos recomendaba esta señora, a partir de su exitosa experiencia de gobierno en un país muy semejante al nuestro en muchos aspectos, que nos dejáramos de diagnósticos y que nos pusiéramos a trabajar, que reformuláramos el estado que es demasiado grande y oneroso, que invirtiéramos más en infraestructura y en bienes de capital y menos en salarios públicos, entre otros sensatos consejos.
Nada de eso hemos hecho. Y es imperioso hacerlo. Todos debemos comprometernos con el futuro. Acercarse a trabajar por el bien común, en un Partido como la Unión Cívica, es un modo de empezar a hacerlo- culmina Cabrera Birrer-.
Ideas claras, principios sólidos, tesón al servicio de una causa; con esos rotundos ingredientes y su incesante labor, Reinaldo Cabrera Birrer está recomponiendo las filas cívicas en el Departamento de Colonia, que supo tener, en sus tiempos, representantes tan conspicuos, como el Senador Prof. Venancio Flores.
Extraído del “BIEN COMÚN” periódico del Partido de la Unión Cívica
Artículo de abril del 2008.
Por contacto:099.305.586.
E mail: unioncivicacolonia@gmail.com
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