21.1.11
¡NO RECIBAS LA EUCARISTIA EN LA MANO!
EUCARISTIA EN LA MANO: "No son ni 10 ni 20 los verdugos que destrozan Mi Cuerpo; son muchísimas las manos que lastiman Mi Cuerpo, recibiendo la comunión en la mano— el trabajo sacrílego de Satanás."
Jesucristo a la vidente Catalina Rivas
Libro LA PASION página 21
http://www.grancruzada.org/grancruzada
http://blog.pucp.edu.pe/item/72585
En Buenos Aires, Argentina se ha puesto de moda el recibir la Eucaristía en la mano y a una persona que recibió la eucaristía en la mano se le cae la Hostia Consagrada al suelo y no la quiere tomar porque decía que estaba sucia, y se rehusó a tomar esa eucaristía del suelo. Otra persona más piadosa la colocó a un lado con más cuidado y le avisó al sacerdote lo ocurrido.
El sacerdote siguió el procedimiento para estos casos y colocó la Hostia en un recipiente con agua para que se disuelva, para luego echar dicha agua en una planta (como es el procedimiento a seguir), y la coloca dentro del Sagrario. Pasado un tiempo abre el Sagrario para desechar dicha agua donde se debía haber disuelto la Hostia y lo que vió fue que la Hostia no se disolvió sino que tenía manchas rojas de diversos tamaños.
Cuando dichas manchas rojas se llevan a un laboratorio para ser analizadas, el laboratorista confirma que contienen sangre humana del tipo AB, y que el tejido que se le ha entregado (era un pedazo de Hostia) corresponde a tejidos del miocardio de un corazón humano; pero lo que más sorprendió al laboratorista fue que el tejido humano latía, las células humanas seguían vivas (a pesar que todo científico sabe que los glóbulos rojos empiezan a morir a los 5 minutos de la muerte del ser humano).
Esta es la historia del milagro eucarístico de Buenos Aires.
¡NO RECIBAS LA EUCARISTIA EN LA MANO!
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1 comentarios:
Jamás he comulgado en la mano. Lo considero un retroceso litúrgico que resta solemnidad a la administración del Santísimo Sacramento. Sin embargo creo oportuno en el tema recordar una máxima de D. Carlos VII de las Españas: «No daré un paso más adelante, ni más atrás que la Iglesia de Jesucristo...»
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